La personalización como cúspide de tu estrategia de marketing
Hoy en día, el cliente es el rey, de ahí la importancia de dar la importancia a ellos como cúspide en tu estrategia de marketing. La evolución del mercadeo ha marcado claramente la importancia de la relación de una empresa con sus consumidores, pero no de cualquier relación, sino aquella basada en el aprendizaje mutuo, aprendizaje que lleva a las organizaciones a ajustarse a lo que su comprador necesita y demanda en el tiempo. Definir las pautas que facilitarán este proceso en una compañía que hasta ahora sólo fundamentaba sus acciones en el marketing transaccional, en muchos casos implica un cambio en la orientación de la misión corporativa, debido a que ésta ya no se centraría en el producto que ofrece la empresa; ahora tendría como eje al cliente.
Con frecuencia, directivos autorizan destinar importantes recursos a consultores de marketing relacional que nunca logran tener éxito en la implementación de sus estrategias por una sencilla razón: su organización no está preparada para ejercer el nuevo paradigma que requiere la gestión de clientes. Llevar a cabo acciones de este tipo ciertamente no es sencillo; no es lo mismo capacitar al equipo en técnicas de venta que hacerlo estudiar al cliente con la finalidad de reconfigurar su servicio o producto en función de las necesidades puntuales detectadas; no obstante, contar con las herramientas tecnológicas adecuadas, como los sistemas CRM (Customer Relationship Management) contemporáneos, puede ayudar significativamente a cumplir, sin traspiés, con los cuatro pasos que requiere una estrategia exitosa de marketing personalizado.
- Identificación: No se puede tener una relación con un individuo si primeramente no se le identifica. Es necesario conocer y reconocer al cliente en cada uno de los medios utilizados por la empresa, asimismo, establecer tipologías y categorizaciones que hablen de su perfil o el potencial que tienen para la compañía.
- Diferenciación: En la fase de diferenciación se define el valor que cada cliente tiene para el negocio, por lo tanto, una metodología especialmente diseñada para esta etapa permitirá concentrar los esfuerzos en los prospectos o usuarios más rentables o con mayor potencial.
- Interacción: Este paso consagra al marketing personalizado en una primera etapa. Implica la acción sobre el cliente de forma eficiente (en términos de costo) y efectiva (en términos de satisfacción). Una interacción de calidad implica detectar y cubrir necesidades particulares, profundiza vínculos y facilita la fidelización.
- Personalización: Las organizaciones deben poder adaptar las cualidades de su marca a los intereses de un segmento. La individualización o customización implica tener la habilidad de personalizar un producto de forma que resulte altamente atractivo para el cliente. Su carácter de masificación se ve en las diferentes formas de pago o tipos de empacado, por ejemplo.
Un simple base de datos ya no basta. Son los clientes activos y las relaciones de largo plazo lo que dan continuidad al negocio. En el afán por lograr esto, es donde el CRM cumple su principal función: optimizar cada paso de la relación de la compañía con el cliente, a fin de estrechar y enriquecer el vínculo de manera bidireccional.